miércoles, 13 de octubre de 2010

Sociedad con Miedo*

Es todo un motivo de discusión actual, la inseguridad. Pero es patética la manera que se da en los medios, a nivel nacional, en programas televisivos que intentan mostrar un debate de pocos minutos en el marco de un asunto tan complejo. Resulta a veces hasta bochornoso tratar de sacar conclusiones, cuando dos personas o tres discuten a los gritos sus posturas. El rating, claro agradecido. A nivel local en algunos casos, el debate es pobre, mediocre.




Cuando en la radio planteamos tratar en varias encuestas callejeras la discusión por la inseguridad y la sensación, lo que percibe la gente, lo hicimos desde el punto de vista de la realidad, pero a la vez aclaramos, que hay temas científicos que no se pueden dejar pasar por alto.



Dijimos que, el hecho que un funcionario o varios, quieran sostener la discusión como caballitos de batallas en campañas políticas mediáticas a corto o largo plazo, para un lado u otro de la discusión es otro tema. Nadie tiene la razón absoluta. No la tiene el funcionario oficialista, que a veces quiere tapar el sol con las manos, tratando de esconder que la seguridad es una sensación, que no hay hechos que lamentar, cuando la realidad les dice en la cara lo contrario. Pero tampoco es para exagerar como hacen otros políticos que quieren sacar réditos, tratando de instalar en la sociedad un temor infundado de la existencia de una inseguridad irrefrenable. Pero eso sí, hay un estudio sociológico que se refiere a la sensación de inseguridad como el “temor generalizado” de la gente, de consumir cada media hora noticias sobre tragedias de distinta naturaleza que la pantalla chica expone como un producto vendible.





Hemos dado lectura en alguna oportunidad en el Delitometro radial, a textos de investigadores de criminalística con datos científicos, comprobables, verificables, que indican que desde los comienzos del hombre han ocurrido hechos terribles, porque es algo propio de la raza humana, ser dañino, delincuente, sea asesino serial, ladrón, violento. Por caso las cárceles ( y esto es lamentable) siempre estuvieron llenas, no es un fenómeno actual.



Claro que no queremos justificar nada, con esto, sólo que tampoco hay que justificar lo injustificable. Pero estamos convencidos que el delito existió desde tiempos inmemoriales.



Hay hechos concretos, hay inseguridad, pero también hay otras cuestiones que resolver desde lo social y lo jurídico, sin dudas. Desde los errores de la ley, que es permisiva con hechos aberrantes, hasta la falta de compromiso de asuntos que tienen que ver con la contención social, para que, por ejemplo los jóvenes no delincan. Hay mucha tela para cortar al respecto.



No soy particularmente partidario de una frase que abunda en la actualidad “en este país no se puede vivir”, no lo puedo compartir en absoluto. Como tampoco comparto a veces el tratamiento que la prensa le da al tema de la inseguridad, aportando inclusive al temor generalizado, al vivir con miedo a mirar al que pasa por la vereda de noche, si lleva o no gorrita si hay que reforzar la reja, si hay que comprar el perro más furioso para que nos cuide, si hay que seguir pagando alarmas, si hay que comprar un arma para nuestra protección.



Es cierto además, como lo dijo un funcionario, con el que concuerdo, por lo menos en ese aspecto: “distinta hubiese sido la suerte del chico Matías, que fue asesinado en Buenos Aires” haciendo referencia al caso ocurrido en los primeros días de Octubre, a raíz de un secuestro, ya que pudo lograr escapar de sus captores, pero que lamentablemente cayó en las redes colectivas del temor, del miedo al otro, ese miedo generalizado, esa sensación de inseguridad actual, fuerte, contundente, que nos rodea, que es más peligrosa que la inseguridad en sí.



Creo también, estoy convencido de ello, que, la suerte de Matías hubiese sido otra si esos vecinos, jóvenes y no tan jóvenes, hubiesen entendido su pedido de auxilio, sin pensar que por la apariencia de desesperación, se trataba de un delincuente.



Sin dudas que hubiese sido distinta su suerte y hoy estaría vivo, entre tantos muertos que convivimos en esta sociedad con miedo.





FABIO GUSTAVO MEDIN

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